Mordeduras de Perro

 

Mordeduras de Perro: Cuando el Colmillo se Encuentra con la Piel – Una Guía para Jóvenes Médicos (y un Toque de Rebeldía Informada)

 (con la mirada de quien vio cientos de mordeduras y aprendió a escuchar más allá del protocolo)

 

Introducción: El Mejor Amigo del Hombre... y a Veces, el Que Muerde

 

 

El perro. Nuestro fiel compañero, el que nos recibe con euforia, el que nos consuela. Pero a veces, este mismo amigo de cuatro patas puede protagonizar un incidente que nos lleva de cabeza a la guardia: una mordedura. Y aquí, la clínica nos desafía.

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) no se anda con chiquitas: las mordeduras de perros son una causa importante de mortalidad e incapacidad a nivel global, un problema de salud pública que afecta la calidad de vida de las personas. No solo por su frecuencia, sino por las serias consecuencias médicas y psicológicas que acarrean, tanto en el campo como en nuestras bulliciosas ciudades.

 

La complejidad es vasta, desde el tipo de herida hasta la potencial infección y, por supuesto, la ansiedad del paciente (¡y de sus dueños!). Y si hay una población particularmente vulnerable, esa es la pediátrica. Los niños representan una proporción significativa de los casos, y en menores de 9 años, la cabeza y el cuello son las zonas más afectadas. Un dato que nos pone la piel de gallina.

 

Así que, colegas, abróchense los cinturones. No solo revisaremos cómo el colmillo se encuentra con la piel, sino que también exploraremos las sutilezas del manejo, la profilaxis y, sí, mi propia experiencia desafiando los dogmas para buscar la verdadera eficacia.

 

Anatomía de la Mordedura: Las Cicatrices que Cuentan Historias

Una mordedura no es solo un "agujero". El conocimiento de los tipos de heridas es fundamental para un manejo adecuado:

 

Laceraciones: Son desgarros superficiales que rompen la piel y tejidos blandos. Pueden ser simples o múltiples, como rasgaduras o cortes en la superficie.

 


Heridas Punzantes: Ocurren cuando los dientes penetran profundamente, creando una herida puntiforme. Pueden ser insidiosamente profundas, afectando músculos, tendones, vasos sanguíneos y hasta huesos. A menudo subestimadas, son las que mayor riesgo de infección profunda presentan, especialmente las de gato, aunque no sea nuestro foco hoy.

 


Desgarros: Lesiones con separación de tejidos, creando un espacio o cavidad. Pueden ser extensos y requerir cirugía para reconstruir la integridad.

 


Fracturas Óseas: Pueden ocurrir en huesos cercanos a la mordida, sobre todo en cara, mandíbula o extremidades, y a menudo necesitan corrección quirúrgica.

 

Infecciones Secundarias: El gran fantasma. Ocurren por las bacterias presentes en la saliva del perro o por un mal manejo de la herida. Pueden ser locales o sistémicas, y si se instalan, ¡sí requieren antibióticos!

 


La primera regla de oro en urgencias: Evaluar cada herida como un mapa. Documenten: localización, ancho, largo, profundidad, y presencia de cuerpos extraños. Busquen integridad neurovascular distal y evalúen el rango de movimiento de las articulaciones cercanas para descartar daños en tendones o fracturas. Las manos, brazos, piernas y cara son las zonas más afectadas.

 

El Invasor Invisible: La Microbiología de la Mordedura

La saliva canina no es estéril. Está cargada de bacterias listas para la fiesta si encuentran una puerta de entrada. Los patógenos más comunes son una banda mixta: Staphylococcus, Streptococcus, y la famosa Pasteurella spp. (especialmente Pasteurella multocida). También pueden aparecer anaerobios. Estas bacterias pueden causar infecciones graves, sobre todo en heridas profundas o contaminadas.

 

Microfotografía ultrasónica de bacterias P. multocida 8 horas de cultivo.


El manejo básico de la herida, la profilaxis antitetánica y antirrábica (cuando sea necesaria), y la correcta cicatrización (por primera o segunda intención) son los pilares. Pero, ¿qué hay del tratamiento antibiótico? Aquí empieza el debate.

 

La Duda Quirúrgica: ¿Cerrar o Esperar?

El cierre de la herida es un punto álgido donde la evidencia científica ha generado contradicciones y controversias. Sigue sin haber una evidencia clara de cuándo y cómo realizar el cierre, con la gran excepción de las heridas en la cabeza (cráneo, cuello, cara). En estas zonas, el cierre primario (inmediato, dentro de 6-8 o máximo 12-24 horas) es preferible para optimizar resultados estéticos y funcionales.

 

Cierre Primario: Unir los bordes de inmediato. Recuperación más rápida, mejor estética, menos sangrado y molestias.

 

Cierre Secundario (o por segunda intención): Dejar la herida abierta para que cicatrice por sí misma. Usado para lesiones muy contaminadas o infectadas, o en pacientes de alto riesgo. Menor riesgo de infección, pero proceso más lento y cicatriz más pronunciada.

 

Cierre Diferido (o primario tardío/tercera intención): Limpiar la herida, empaquetar con gasas estériles por 4-5 días y, si no hay signos de infección, proceder al cierre. Mejor es dejar pasados los hilos de sutura sin cerrar esos días. Útil en heridas muy contaminadas o extensas.

 

En lo que sí hay consenso total es en la limpieza. ¡Siempre, siempre, siempre, la limpieza es lo primero! Irrigación con suero fisiológico o, si no hay nada más, ¡abundante agua y jabón durante 10-15 minutos!. También es clave el desbridamiento de tejido desvitalizado.

 

Las Complicaciones: Más Allá de la Simple Herida

Las mordeduras de perros pueden dejar secuelas graves:

 

Infecciones (el riesgo más alto): 

Especialmente en heridas profundas. Signos: enrojecimiento, hinchazón, dolor localizado, calor, supuración, fiebre, sensibilidad ganglionar. Pueden progresar a celulitis, abscesos, tenosinovitis flexora, artritis séptica, osteomielitis o infecciones necrotizantes.

 


Lesiones Nerviosas, Daño Vascular y Desfiguración Facial: 

Particularmente en áreas críticas como la región labial. Reconstrucciones faciales complejas a menudo son necesarias.

 

El manejo de urgencia es esencial para minimizar estas complicaciones. La evaluación temprana y la atención multidisciplinaria son fundamentales.

 

Profilaxis Vacunal

Los Escudos de Tétanos y Rabia

Tétanos: Cualquier mordedura puede implicar riesgo de tétanos, sobre todo si la herida es profunda, sucia, con tejido desvitalizado o por punción. Es vital conocer el calendario vacunal del paciente. Si el paciente tiene esquema completo y la última dosis fue hace 5-10 años, se da un refuerzo. Si pasaron más de 10 años o el esquema es incompleto/desconocido, se inicia (o completa) el esquema de vacunación (Día 0, al mes, a los 6 meses, con refuerzos cada 5-10 años).

 

Rabia: Un virus neurotrópico, casi invariable y mortal, transmitido por mamíferos (95% de casos humanos por perros domésticos). Se estima que causa más de 60,000 muertes al año globalmente. Aunque en Argentina no hay casos, y si aparecen son aislados, y no transmitidos por perros.

 

Prevención: Vacunación canina, tenencia responsable, y búsqueda de atención médica inmediata tras una mordedura.

 

Vacunación Pre-exposición: Para viajeros a zonas endémicas o personal de laboratorio: 3 dosis (Días 0, 7, 21). Refuerzos a los 6 meses y al año si el riesgo persiste.

 

Vacunación Post-exposición:

 

Vacunado previamente: 2 dosis IM (Días 0, 3).

 

No vacunado previamente: 5 dosis IM (Días 0, 3, 7, 14, 28) más Inmunoglobulina Humana Antirrábica (IGHAR) de forma inmediata para inmunidad pasiva mientras la vacuna activa la protección. La IGHAR es crucial y se infiltra lo más posible en la herida.

 

Manejo del Perro Agresor: Es vital identificar al animal y verificar su estado de vacunación. Si el perro está en observación y no presenta síntomas tras 14 días, se puede suspender la vacunación.

 

Tratamiento Antibacteriano (La Gran Controversia y Mi Experiencia Personal):

¡Menos es Más!

Los patógenos más comunes en la saliva canina son Staphylococcus, Streptococcus, Pasteurella y anaerobios. En los aislamientos personales encontré 100% de Staphylococcus spp. El uso de antibióticos depende de la gravedad, riesgo de infección y condiciones del paciente. Amoxicilina-Clavulánico es el antibiótico de elección por su amplio espectro tratando de incluir a todos los patógenos encontrados en la boca de los perros. En alérgicos, doxiciclina o ciprofloxacina. En pediatría, es clave para prevenir osteomielitis o tenosinovitis.

 

Pero aquí viene la parte donde la experiencia puede desafiar el protocolo.

 

Durante una década (2010-2020), en mi consultorio sin gran complejidad, recibía entre 1 y 5 casos diarios de mordeduras de perro (adultos, los niños iban a pediatría). Hacía las curaciones y la ficha básica. Al principio, seguía a rajatabla las guías que sugerían 7 días de amoxicilina-clavulánico. Pero algo dentro de mí me decía: "Esto está mal". El paciente no estaba infectado, estaba mordido. La piel estaba lacerada, sí, ¿pero era una infección que ya estaba presente o un riesgo a prevenir?

 

Mi intuición, y luego mi observación metódica, me dio la razón. Impuse mi propia forma de trabajar, superando las guías.

 

Si la mordedura había ocurrido 2 horas o menos antes de la consulta:

Además de la curación meticulosa (¡siempre lo primero!), indicaba una única dosis oral de 1g de amoxicilina.

 

Si el paciente consultaba después de 2 horas (ya la consideraba una herida contaminada):

Indicaba 1g de amoxicilina cada 8 horas, ¡solo 3 dosis!.

 

Si la herida era más grande o profunda (y a menudo, la gente consultaba al día siguiente o más):

Además de un lavado intenso, indicaba un tratamiento un poco más largo, de 5 a 7 días, y ahí sí, usaba la asociación con ácido clavulánico.

 

¿El resultado de esta "rebeldía informada"? Observé una escasa incidencia de infecciones en heridas de perro, ¡igual que si hubiera usado antibióticos los 7 días completos! El objetivo era claro: reducir el uso de antibióticos para evitar resistencias (¡nuestra obsesión!) y minimizar los efectos adversos y la intolerancia a la amoxicilina-clavulánico (¡ese dolor de panza y diarrea que nadie quiere!).

 

En todos los casos, la vacunación antitetánica era sagrada, y la antirrábica se indicaba con los esquemas preventivos ante heridas en cara/manos, o mordeduras de gatos desconocidos/murciélagos. Incluso recuerdo el caso de un coatí en Iguazú.

 

Conclusión y Mensaje Final: Un Enfoque Integral y el Poder de la Observación

Las mordeduras de perros son un desafío significativo en urgencias, con implicaciones que van más allá de la lesión inmediata. Requieren un enfoque multifacético y, fundamentalmente, colaboración interdisciplinaria entre profesionales de la salud, veterinarios y autoridades de salud pública.

 

Mis recomendaciones finales para ustedes, jóvenes médicos:

 

Evaluación Rigurosa y Limpieza Exquisita: La historia clínica y la exploración detallada son sus mejores aliados. Y la limpieza, ¡la limpieza, la limpieza! Es el pilar fundamental.

 

Profilaxis Racional: La profilaxis antibiótica tiene sus indicaciones claras (heridas profundas, aplastamiento, punzantes, manos, cara, genitales, inmunodeprimidos, tardías). Pero como mi experiencia me demostró, y la evidencia actual empieza a matizar, no todas las mordeduras necesitan 7 días de antibióticos. El criterio clínico, la profundidad de la herida, el tiempo transcurrido, y la localización son sus guías. Atención a la duración: 3 a 5 días para profilaxis es una duración adecuada según las guías más recientes.

 

Vacunación (Tétanos y Rabia): ¡Indispensable! Asegúrense de que el paciente esté al día con sus vacunas y sigan los protocolos específicos para cada caso.

 

Cierre de Heridas: Sin Dogmas (excepto en la cara): No hay evidencia para un cierre primario universal. Sigan los protocolos locales y consideren el cierre diferido en heridas contaminadas.

 

Vigilancia Activa: El seguimiento estrecho (control a las 48-72 horas) es crucial para detectar signos de infección o complicaciones.

 

Confíen en su Observación: La medicina es una ciencia, pero también un arte. Mi experiencia me enseñó que a veces, lo que se ve y se aprende en el día a día, puede refinar e incluso cuestionar las guías más establecidas. Escuchen a sus pacientes, observen la evolución y no teman pensar de forma crítica.

 

Derivar a tiempo: Si hay signos de infección profunda, compromiso sistémico, o afectación estética/funcional grave, no duden en derivar a cirugía o a la guardia para antibióticos IV.

 

Al unificar protocolos (¡y actualizarlos!), y al adoptar un enfoque integral y crítico, podemos mejorar significativamente la atención y reducir el impacto de las mordeduras de perro en la salud pública. Su juicio clínico, templado por el conocimiento y la experiencia (propia y ajena), será su mejor herramienta.

 

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