El Azúcar es Dulce, Pero las Infecciones Son Amargas
Una guía para el
médico joven que busca las pistas ocultas de la infección en el paciente
diabético.
Por Gustavo
Smilasky: con la serenidad de quien sabe que la clave está en el detalle
Introducción: El Telón de Fondo de la Glicemia Alta
La diabetes es
mucho más que una enfermedad del azúcar. Es una condición que teje una red de
problemas que debilitan las defensas del cuerpo, convirtiendo a nuestros
pacientes en blancos fáciles para las infecciones. La hiperglicemia crónica, la
neuropatía, la mala circulación y los problemas en el sistema inmune conspiran
para crear un escenario donde una simple infección puede volverse un problema
grave.
En este informe,
abordamos las infecciones más comunes en el paciente diabético: celulitis,
infecciones urinarias, neumonía y las temidas infecciones por hongos como la
Candida. El objetivo no es solo que memorice una lista de síntomas, sino que
entiendas por qué el diagnóstico puede ser más sutil y por qué el tratamiento
debe ser más agresivo que en un paciente no diabético.
El Paciente Diabético: Un Huésped con las Defensas Bajas
Antes de hablar
de las infecciones, debemos entender el porqué. La diabetes afecta las defensas
del cuerpo en varios frentes:
Disfunción de los
neutrófilos: Los neutrófilos no funcionan tan bien en un entorno con
alta glucosa.
La disfunción de
los neutrófilos en pacientes diabéticos no es un problema de número; es un
problema de calidad. En un entorno hiperglucémico, los neutrófilos sufren una
serie de disfunciones claves que los hacen menos efectivos:
Quimiotaxis
deficiente: La quimiotaxis es la capacidad de los neutrófilos para migrar hacia
el lugar de la infección, guiados por señales químicas. En los diabéticos, este
proceso está alterado, lo que hace que los neutrófilos lleguen tarde al campo
de batalla.
Fagocitosis
ineficaz: La fagocitosis es el proceso por el cual el neutrófilo
"engulle" y destruye al patógeno. La hiperglucemia dificulta este
proceso, lo que hace que el neutrófilo sea menos capaz de destruir al enemigo.
Destrucción
bacteriana disminuida: Una vez que el neutrófilo ha fagocitado al patógeno,
lo destruye utilizando enzimas y la producción de especies reactivas de
oxígeno. En los diabéticos, este proceso también está disminuido, lo que
permite que el patógeno sobreviva dentro del neutrófilo.
Daño
microvascular: El paciente diabético se enfrenta a un desafío silencioso
pero devastador: el daño microvascular. La alta glucosa en sangre, con el
tiempo, daña los pequeños vasos sanguíneos, dificultando el flujo de sangre a
las extremidades, especialmente a los pies y las manos. El daño microvascular
es mucho más que una "mala circulación". Es un problema de logística
que sabotea dos de los pilares de la curación:
Entrega
de oxígeno y nutrientes: Las células necesitan oxígeno y nutrientes para
luchar contra las infecciones y para curar las heridas. El daño microvascular
es como un camino de suministro destruido que impide que estos recursos lleguen
al lugar de la infección.
Llegada
de antibióticos: Los antibióticos viajan por la sangre para llegar al
lugar de la infección. Si los pequeños vasos sanguíneos están dañados, el
antibiótico no puede llegar a la concentración adecuada para matar al patógeno.
Es como si el antibiótico, que es un soldado de élite, no pudiera aterrizar en
el campo de batalla.
Neuropatía: El paciente
puede no sentir dolor ni otros síntomas, lo que retrasa el diagnóstico. Un
problema menor puede volverse una infección severa sin que el paciente se dé
cuenta.
Infecciones por
Hongos:
El primer error
que se comete es ver a la Candida como un simple hongo. En un paciente
diabético, es una alarma de mal control de la glucosa.
¿Colonización o
Infección? La clave del diagnóstico: La Candida vive en nuestra flora normal. El
solo hecho de verla en un cultivo no significa que esté causando una infección.
Un médico que ve "Candida" en un informe no debe saltar a recetar
fluconazol sin antes hacer un examen clínico. La clave es buscar signos de
infección, como enrojecimiento, picazón o un exudado.
Vaginitis
candidiásica: Es una infección frecuente en mujeres diabéticas y puede
ser recurrente. La presencia de picazón, flujo y rojecimiento es un signo de
infección. El tratamiento se hace con antifúngicos tópicos u óvulos
(Clotrimazol, Miconazol) en un principio, y solo si es recurrente o no responde
se considera un tratamiento oral.
Dosis de
Fluconazol: La dosis habitual de fluconazol para una vaginitis es de 150 mg en
dosis única. En casos de recurrencia, la dosis puede repetirse a los 3 días. El
uso de dosis más altas o prolongadas debe ser evaluado por un especialista para
evitar resistencia y efectos adversos.
Esofagitis y
faringitis por Candida: Estas infecciones son mucho más graves. Requieren
un diagnóstico por endoscopia y un tratamiento sistémico con fluconazol oral.
Un simple enjuague no es suficiente; la infección debe ser erradicada.
Onicomicosis: La infección
por hongos en las uñas es muy común en diabéticos y es un signo de riesgo para
una infección más grave. El tratamiento es sistémico, y es crucial educar al
paciente sobre el cuidado de los pies.
Infecciones Bacterianas:
El tratamiento de
una infección bacteriana en un paciente diabético es más agresivo y con una
cobertura más amplia. Aquí te presentamos un esquema empírico de elección, que
cubre a los patógenos más probables:
La Celulitis:
Es una
infección de la piel y el tejido subcutáneo. En el paciente diabético, presenta
varias particularidades:
Diagnóstico
sutil: Debido a la neuropatía, el paciente diabético puede no sentir el dolor,
lo que retrasa el diagnóstico. Busca signos de calor, enrojecimiento y edema,
incluso si el paciente no se queja.
Infecciones
atípicas: A diferencia de la celulitis común, que suele ser causada por
Streptococcus o Staphylococcus , en los diabéticos pueden ser causadas por
bacilos Gram-negativos o microorganismos más agresivos.
Tratamiento
agresivo: El tratamiento debe ser más potente. En casos de celulitis grave o en
pacientes con fiebre, la hospitalización y el tratamiento con antibióticos
intravenosos de amplio espectro es la norma.
Infecciones Urinarias (ITU):
Bacteriuria
asintomática: Muchos pacientes diabéticos pueden tener bacterias en la orina
sin síntomas. En la mayoría de los casos, no se trata, a menos que se trate de
una mujer embarazada.
Pielonefritis
Enfisematosa: Esta es una emergencia médica. Es una infección de la
pared renal que produce gases, y es casi exclusiva de los diabéticos. Sospecha
esta infección si el paciente tiene dolor en el costado, fiebre y leucocitosis.
Tratamiento: Para
una infección leve (cistitis no complicada), el tratamiento oral es una opción
(Nitrofurantoína o Fosfomicina). Para una infección grave (pielonefritis,
sepsis), la hospitalización y el tratamiento con antibióticos intravenosos de
amplio espectro son la norma (Cefalosporina de tercera generación o un
Carbapenémico). En casos de sepsis, es necesario agregar cobertura para
Staphylococcus aureus con Vancomicina o Linezolid.
Neumonía:
Presentación
atípica: La fiebre puede estar ausente o ser una febrícula. La tos y la
expectoración pueden ser mínimas. A menudo, el único signo es la dificultad
para respirar o un estado de confusión.
Tratamiento: La
hospitalización y el tratamiento con antibióticos intravenosos de amplio
espectro son la norma. Un esquema empírico de elección es Ceftriaxona +
Azitromicina. Si se sospecha S. aureus, se debe agregar Vancomicina o Linezolid.
Si se sospecha Pseudomonas aeruginosa, se debe usar un antibiótico con
cobertura antipseudomónica (Piperacilina-Tazobactam o un Carbapenémico).
Infecciones de Focos Específicos: El Oído y el Corazón
Otitis externa
maligna: Es una infección agresiva del oído externo que puede extenderse al
hueso y ser fatal. Es casi exclusivo de los pacientes diabéticos. Sospecha esta
infección si el paciente tiene un dolor severo en el oído, que no cede con
analgésicos y una otorrea. Requiere un tratamiento con antibióticos
antipseudomónicos intravenosos de forma prolongada.
Infecciones
Cardiovasculares: Los pacientes diabéticos tienen un mayor riesgo de
endocarditis y de infecciones de prótesis valvulares y vasculares. El
diagnóstico es más sutil, y el tratamiento es más agresivo y prolongado que en
un paciente no diabético.
Consecuencias Clínicas:
Mayor riesgo de
infección: Los pacientes diabéticos son más susceptibles a infecciones por
patógenos comunes y poco comunes.
Infecciones más
agresivas: Una infección que en un paciente no diabético sería leve, en un
diabético puede volverse una sepsis o una infección necrotizante.
Retraso en el
diagnóstico: La inflamación y el dolor pueden ser menos pronunciados,
lo que retrasa el diagnóstico y el tratamiento.
Entrega de
oxígeno y nutrientes: Las células necesitan oxígeno y nutrientes para luchar
contra las infecciones y para curar las heridas. El daño microvascular es como
un camino de suministro destruido que impide que estos recursos lleguen al
lugar de la infección.
Llegada de
antibióticos: Los antibióticos viajan por la sangre para llegar al
lugar de la infección. Si los pequeños vasos sanguíneos están dañados, el
antibiótico no puede llegar a la concentración adecuada para matar al patógeno.
Es como si el antibiótico, que es un soldado de élite, no pudiera aterrizar en
el campo de batalla.
Conclusión: La Vigilancia y la Acción Rápida
Colegas, la
lección es clara. En el paciente diabético, la infección no es un problema
aislado. Es una condición que está conectada con el descontrol metabólico. El
médico joven que entienda esto, sabrá que:
El diagnóstico
puede ser más difícil.
El tratamiento
debe ser más agresivo.
Y, sobre todo,
que el control de la glucemia es el mejor antibiótico.
La vigilancia y
la acción rápida, en el paciente diabético, no son solo virtudes; son la
diferencia entre un problema leve y una tragedia.
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