Listeriosis

 

Listeriosis: El Enemigo Disfrazado de Gripe

Una guía para el médico joven que busca más allá de lo obvio.

 

Por Gustavo Smilasky:  quien sabe que la vigilancia es la mejor medicina

 


Introducción: El Ladrón Silencioso de las Heladeras

 

Cuando un paciente llega a la guardia con fiebre, dolor de cabeza y malestar general, nuestra mente se llena de diagnósticos de "virosis". Pero si ese paciente es una mujer embarazada, un anciano o alguien con el sistema inmune comprometido, un nombre debe resonar con fuerza en su cabeza: la listeriosis.

 

Es una enfermedad rara, sí, pero su mortalidad es alta y sus secuelas, devastadoras. Y lo más peligroso es que se disfraza de una enfermedad viral común. Los casos recientes en Argentina nos recuerdan que este microbio, que vive en nuestras heladeras, es un enemigo que no podemos darnos el lujo de ignorar.

 

En este informe, desentrañaremos la listeriosis para que, cuando la vean, la sospechen. Hablaremos del microbio, de los pacientes en riesgo, de las señales que nos da el cuerpo y, sobre todo, del tratamiento que la cura... y del que no lo hace.

 



Conoce al Enemigo - El Microbio Astuto y Su Escondite

El Agente Causal: El protagonista de esta historia es la bacteria Listeria monocytogenes. Es un bacilo Gram positivo que, a diferencia de otros patógenos, tiene una habilidad única: puede vivir y multiplicarse dentro de nuestras células, evadiendo así la respuesta inmune del cuerpo.

 

El Origen: La Listeria es ubicua. Vive en el suelo, en el agua y en los intestinos de los animales. El ser humano se contagia casi siempre por la ingestión de alimentos contaminados, en particular:

 

Micrografía electrónica de transmisión coloreada de una bacteria Listeria flagelada. Este patógeno causa listeriosis, una enfermedad transmitida por los alimentos. Microscopía de los CDC; coloración y efectos visuales del NIAID. Crédito: CDC y NIAID. Nota: La micrografía original de los CDC se encuentra en CDC PHIL con el ID de imagen 2287.

Lácteos no pasteurizados: Quesos blandos, leche cruda.

Comidas listas para comer: Salchichas, fiambres, ensaladas pre-preparadas.

Pescados y mariscos crudos.

 

La comida contaminada con Listeria monocytogenes no presenta cambios en el aspecto, olor o sabor. A diferencia de otros microorganismos que descomponen los alimentos y los hacen visiblemente feos o con mal olor, la Listeria es un enemigo silencioso.

 

Esto es lo que lo hace tan peligroso, especialmente en alimentos listos para comer o en lácteos sin pasteurizar. Una persona puede ingerir un alimento contaminado sin saberlo, ya que parece, huele y sabe perfectamente bien.

 

La única forma de prevenir la listeriosis es a través de prácticas seguras en la manipulación y preparación de los alimentos, y evitando el consumo de productos de riesgo por parte de las poblaciones más vulnerables.

Por eso, a la hora de la consulta, la pregunta sobre los hábitos alimenticios es tan importante como el examen físico.

 

El Puzle Clínico - ¿Quién, Cuándo y Cómo?

La listeriosis es un diagnóstico que se construye con tres piezas: el paciente, los síntomas y el laboratorio.

 

¿Quién está en riesgo?

La Listeria no es un patógeno de primera para una persona sana. Ataca a los que no tienen defensas:

 

Mujeres embarazadas: El riesgo para ellas es 20 veces mayor que en la población general. En la madre, la infección suele ser leve, con síntomas de una gripe o una gastroenteritis. Pero en el feto, la Listeria puede causar una infección grave, abortos o partos prematuros.

 

Ancianos (>65 años): Con el envejecimiento, el sistema inmune se debilita.

 

Inmunosuprimidos: Pacientes con VIH, receptores de trasplantes, personas con cáncer o que toman medicamentos inmunosupresores.

 

Neonatos: La infección puede transmitirse de la madre al recién nacido durante el parto.

 

¿Cuáles son las Manifestaciones Clínicas?

La Listeria tiene dos formas clínicas:

 

Listeriosis no invasiva: Una gastroenteritis autolimitada (fiebre, diarrea, malestar). Se confunde fácilmente con otras toxiinfecciones alimentarias y suele pasar desapercibida.

 


Listeriosis invasiva: Es la forma más grave y la que debemos sospechar. Las dos presentaciones más comunes son:

 

Meningitis: La Listeria es una de las causas más comunes de meningitis en neonatos, ancianos y personas con inmunosupresión. Los síntomas pueden ser clásicos (fiebre, cefalea, rigidez de nuca), pero a menudo son atípicos y sutiles en los ancianos.

 

Bacteriemia: Una infección en la sangre (sepsis) sin un foco claro.

 

 

El Desafío del Diagnóstico y el Tratamiento

La clave para el diagnóstico es el alto índice de sospecha. Si un paciente de un grupo de riesgo presenta un síndrome febril sin foco, la Listeria debe estar en tu lista de diagnósticos diferenciales.

 

El Laboratorio: La Listeria es una bacteria que crece bien en los hemocultivos y en los cultivos de líquido cefalorraquídeo. La clave es tomar la muestra y enviarla al laboratorio.

 

Listeria monocytogenes cultivada en agar selectivo para Listeria. Original subido por James.folsom Transferido por Syp). Dominio público

El Tratamiento de Oro: El tratamiento de la Listeria es un testamento a la sabiduría de la medicina. A pesar de que la Listeria es un bacilo Gram positivo, las cefalosporinas de tercera generación (como la Ceftriaxona) son ineficaces contra ella . El tratamiento de elección son las penicilinas , en particular la Ampicilina . Es un antimicrobiano antiguo, pero el más eficaz.

 

Dosis: Para meningitis, la dosis de ampicilina es de 2 g IV cada 4 horas. Para bacteriemia, la dosis es de 2 g IV cada 6 horas.

 

Duración: El tratamiento es prolongado: 2-3 semanas para bacteriemia y 3-6 semanas para meningitis.

 

Alternativa: Para pacientes alérgicos a la penicilina, la opción es el Cotrimoxazol .

 

Las fluoroquinolonas y los macrólidos son, de hecho, expertos en penetración intracelular. Son como comandos de élite que pueden infiltrarse en las células del cuerpo, un talento que los hace valiosos para combatir patógenos como Legionella o Chlamydia, que también viven dentro de las células humanas.

 

Pero aquí está la clave: el hecho de que un antibiótico pueda entrar en la célula es solo la mitad de la historia. La otra mitad es si tiene el arma correcta para matar al enemigo una vez que está adentro.

 

Macrólidos (Azitromicina, Claritromicina): La Ineficacia Intrínseca

 

El problema con los macrólidos no es que no puedan entrar en la célula. Es que no tienen actividad intrínseca contra Listeria monocytogenes.

 

La Listeria es intrínsecamente resistente a los macrólidos. Es como si el macrólido llegara a la base del enemigo, pero su arma no funcionara contra su armadura.

 

Por esta razón, el uso de macrólidos para la listeriosis no solo es inútil, sino peligroso, ya que daría una falsa sensación de seguridad al médico y al paciente, permitiendo que la infección progrese sin control.

 

Fluoroquinolonas (Ciprofloxacina): El Riesgo de Falla

 

Las quinolonas, por su parte, tienen una actividad in vitro contra la Listeria. Pero su eficacia clínica en infecciones invasivas como la meningitis es impredecible y con un riesgo significativo de falla terapéutica.

 

Dar una quinolona para una listeriosis invasiva es un riesgo que la medicina no se puede dar el lujo de tomar. La vida del paciente está en juego, y se necesitan antibióticos de eficacia probada.

 

Ampicilina y el Éxito de la Sencillez

Entonces, ¿por qué la Ampicilina (un beta-lactámico) es el tratamiento de elección, si su penetración intracelular no es su fuerte?

 

La Sencillez es la Clave: La ampicilina es un antibiótico muy simple. No se especializa en entrar en las células, sino en destruir la pared de la bacteria. Y contra la pared de la Listeria, es un arma extremadamente potente.

 

El "Momento de la Verdad": Aunque la Listeria vive dentro de las células, tiene una fase extracelular breve y crucial: cuando salta de una célula a otra. La ampicilina actúa de forma decisiva en ese momento. Con la concentración adecuada, la ampicilina puede matar a la bacteria en esa fase de transición, impidiendo que la infección se propague.

 

El Refuerzo: En infecciones graves, a menudo se asocia la ampicilina con la gentamicina (un aminoglucósido) porque la combinación tiene un efecto sinérgico y más potente que la ampicilina sola.

 

La amoxicilina y la ampicilina son muy similares, pero no son idénticas, y en el tratamiento de la listeriosis, esta diferencia es crucial.

 

La ampicilina es el antibiótico de elección para la listeriosis. La amoxicilina se considera una alternativa aceptable en la mayoría de los casos. La principal razón es que la amoxicilina tiene una mejor absorción oral que la ampicilina, lo que puede llevar a niveles más altos en sangre. Sin embargo, en infecciones graves como la meningitis, se prefiere la vía intravenosa, por lo que la ampicilina es la que más se usa.

 

Ampicilina: El estándar de oro, especialmente para casos graves, ya que su uso por vía intravenosa asegura una alta concentración en el sitio de la infección.

 

Amoxicilina: Una alternativa válida, especialmente si se usa por vía oral.

 

El mensaje para el médico joven es que, si bien la amoxicilina es una opción, la ampicilina es el antibiótico que debe resonar en su cabeza cuando piensa en listeriosis.

 

Conclusión: Un Llamado a la Vigilancia

Colegas, la listeriosis no es un diagnóstico común, pero es uno que, si se omite, puede tener un costo altísimo. El médico joven debe ser un detective que no se conforme con el diagnóstico de "virosis". Debe mirar el historial del paciente, su edad, su estado inmune y su dieta. Y, sobre todo, debes saber que la ampicilina, una pastilla antigua, es la bala mágica contra un enemigo que los nuevos antibióticos no logran vencer.

 

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