El Otro Arsenal: Más Allá de los Antibióticos
Una guía para
usar antivirales, antifúngicos y antiparasitarios con precisión de cirujano
Por Gustavo
Smilasky: con la serenidad de quien sabe que la ciencia no se improvisa
Introducción:
Hemos hablado
mucho de la batalla contra las bacterias. Pero nuestro arsenal es mucho más
vasto, y los enemigos que enfrentamos a diario no se limitan a los bacilos y
cocos. Virus, hongos y parásitos son una amenaza constante, y el uso de
nuestros "caballos de batalla" (como la amoxicilina o la cefalexina)
contra ellos es un error que se repite.
En este informe,
desentrañaremos el otro arsenal de la medicina. Hablaremos de cuándo usar un
antiviral, cuándo un antifúngico y, crucialmente, de un fármaco que se volvió
un símbolo de la desinformación: la ivermectina. El objetivo no es solo que
memoricen una lista de nombres, sino que entiendan la lógica detrás de cada
prescripción, para que no caigan en la trampa de los microbios invisibles.
Los Antivirales -
El Dilema del Momento Oportuno
Los virus, a
diferencia de las bacterias, son parásitos intracelulares. Viven y se replican
dentro de nuestras células, lo que los hace muy difíciles de combatir. La clave
de la victoria no está en la potencia del fármaco, sino en la oportunidad.
Aciclovir (para Herpes y
Varicela):
¿Cómo funciona?
El aciclovir es un antiviral que detiene la replicación del ADN del virus del
herpes. Es un "sabotaje" a su fábrica interna.
¿Cuándo es
efectivo? Su eficacia es máxima cuando se usa en los primeros síntomas
prodrómicos (es decir, en el primer hormigueo o dolor en la zona) o al inicio
del brote. Si el paciente viene a la consulta con la lesión ya en fase de
costra, el virus ya ha hecho su trabajo. El beneficio del fármaco, en ese
momento, es casi nulo.
¿Cuándo es un
placebo? Prescribir aciclovir en una lesión ya avanzada o para brotes muy leves
que se autolimitan es, en esencia, dar un placebo que, además, puede tener
efectos adversos.
Los Antifúngicos
- El Error del Soldado Equivocado
Las infecciones
por hongos (micosis) son comunes y, a menudo, se confunden con infecciones
bacterianas. Y aquí es donde la inercia de la prescripción puede llevarnos a un
error grave.
La Cefalexina
para un Hongo: Un Disparo al Aire: Este es un error que he visto
repetirse una y otra vez. La cefalexina (y cualquier otro antibiótico) es un
arma contra las bacterias. Su mecanismo de acción no tiene ningún efecto sobre
los hongos. Prescribir cefalexina para una micosis de la piel es como usar una
pistola para apagar un incendio. Es inútil y perjudicial, ya que da una falsa
sensación de curación, y contribuye a la resistencia bacteriana. Incluso me
tocó suspender la indicación de cefalexina en un caso de osteomielitis por
paracoccidioidomicosis en la tibia que supuraba por la fístula que tenía en la
pierna.
El dilema del
antifúngico:
Tópicos: Para micosis
superficiales (como la tiña o la candidiasis cutánea), los tratamientos tópicos
son los de elección. Son seguros, efectivos y tienen un costo mínimo de efectos
adversos.
Clotrimazol |
Candidiasis cutánea, tiña de
pie, tiña corporal. |
Miconazol |
Candidiasis cutánea,
onicomicosis (en crema), tiña. |
Ketoconazol |
Dermatitis seborreica, tiña
versicolor, candidiasis. |
Terbinafina |
Un arma potente contra la tiña
de pie (pie de atleta), tiña corporal y de la ingle. |
Ciclopirox Olamina |
Onicomicosis (hongo en las
uñas), tiña. |
Sin embargo, en
el mostrador de las farmacias y en algunas prescripciones, he visto una
tendencia preocupante: el uso de cremas que combinan un antifúngico con un
corticoide y un antibiótico. Esta combinación, que a menudo se vende como un
"todo en uno", es un grave error de la práctica médica.
Sistémicos: Los antifúngicos
orales (como el fluconazol o el itraconazol) son para micosis profundas o
extensas. Pero su prescripción no es trivial. Tienen efectos adversos
importantes, como hepatotoxicidad o interacciones con otros fármacos, por lo
que su uso debe ser una decisión meditada y no una primera opción.
Ivermectina - El
Fármaco que se Volvió un Símbolo
La ivermectina es
el perfecto ejemplo de cómo un fármaco con un uso real y valioso puede ser
secuestrado por la desinformación.
El uso real: La ivermectina
es un antiparasitario de amplio espectro. Es una de las herramientas más
poderosas que tenemos para tratar parasitosis en humanos y animales, como la
oncocercosis, la escabiosis (sarna) o la pediculosis. En su uso real, ha
salvado miles de vidas y es un fármaco que merece nuestro respeto.
La desinformación: Durante la
pandemia de COVID-19, la ivermectina fue promocionada como una "cura
milagrosa" para el virus. Esta creencia, que se propagó en las redes
sociales y en algunos medios, no tenía ningún sustento científico. Las grandes
agencias de salud global (la OMS y los CDC) advirtieron que no había evidencia
de que fuera efectiva para prevenir o tratar el COVID-19.
La lección: El caso de la
ivermectina nos enseña que el médico joven no puede prescribir un fármaco
basándose en las "tendencias" de las redes sociales. El único camino
es la evidencia. El uso de un fármaco fuera de su indicación no es un acto de
valentía, sino de irresponsabilidad.
Conclusión: La Precisión Hace al Maestro
Colegas, el
arsenal de la medicina es vasto, pero su poder no reside en la cantidad de
armas, sino en la precisión con la que se usan. La falta de un diagnóstico
claro, la inercia de la prescripción y la desinformación son las grandes
amenazas a las que nos enfrentamos.
El médico joven
que entienda que la amoxicilina no sirve para un hongo, que el aciclovir no
sirve para un herpes avanzado y que la ivermectina no sirve para un virus, será
el que se atreva a decir "no" cuando la prescripción no está
justificada. La precisión, en la medicina, es un acto de amor y de sabiduría.
Herramientas
Excelente!!
ResponderBorrar