Prevención Cuaternaria: El Arte de No Dañar
Un Manual para
Desafiar la Medicalización y Abrazar la Sabiduría
Por Gustavo
Smilasky: con la serenidad de quien sabe que la mejor receta a veces es ninguna
Introducción: De la Lucha al Equilibrio, de la Acción a la Prudencia
Estimados colegas
jóvenes, custodios de la salud en una época de excesos:
En nuestra
formación, aprendimos que la medicina es una batalla constante. Nos enseñaron
la prevención primaria (vacunar, aconsejar un estilo de vida saludable), la
secundaria (detectar enfermedades a tiempo, como con un Papanicolau) y la
terciaria (rehabilitar para evitar complicaciones). Eran nuestros pilares,
nuestro manual de guerra.
Pero ¿qué pasa
cuando la guerra se vuelve un fin en sí mismo? ¿Qué pasa cuando el exceso de
medicina empieza a causar más daño que beneficio? Aquí es donde entra un
concepto que, como una voz de la conciencia, nos obliga a repensar nuestra práctica.
Un término que la Federación Mundial de Médicos de Familia (WONCA) acuñó en
1995: la prevención cuaternaria.
La prevención
cuaternaria es el conjunto de actividades que buscan evitar, disminuir
o paliar el daño causado por la actividad sanitaria misma. En palabras
sencillas, es el antiguo y olvidado principio de "primum non nocere"
(primero no dañar) adaptado a la complejidad del siglo XXI. Seamos honestos, la
medicina hoy se ha vuelto una máquina de "medicalizar la vida", de
convertir lo normal en patológico, de tratar a sanos como si fueran enfermos.
Es hora de detenernos.
El Puzle del Exceso: Sobrediagnóstico, Falsas Alarmas y el Síndrome de Ulises
La prevención
cuaternaria no es un capricho; es una necesidad que nace de tres grandes
problemas que la medicina ha creado con sus mejores intenciones:
El Sobrediagnóstico:
La búsqueda de la perfección diagnóstica nos ha llevado a un punto donde
encontramos enfermedades que nunca hubieran causado síntomas ni la muerte. La
mamografía en mujeres jóvenes, el dosaje de PSA en varones mayores, nos dan
diagnósticos precoces de tumores indolentes que, si se hubieran dejado a su
evolución, nunca habrían causado daño. Pero, al diagnosticarlos, nos vemos
obligados a tratarlos con cirugías, rayos o quimioterapia, con todos sus
efectos adversos. El sobrediagnóstico, como el "reservorio de la
enfermedad que no mata", solo tiene para ofrecer un camino de dolor y de
daños a un paciente que, en un principio, estaba sano.
Los Falsos
Positivos: A diferencia del sobrediagnóstico, que es poblacional, el falso
positivo es individual. Es una falsa alarma. Un estudio da un resultado anormal
que, después de más estudios, se demuestra que era un error. La persona no
estaba enferma. Pero los daños ya ocurrieron: la ansiedad, el temor, las
molestias de los estudios y el riesgo de una intervención innecesaria. El
síndrome de Ulises es la consecuencia de esta odisea: el paciente, en la
búsqueda de la tranquilidad, se somete a una cascada de estudios que lo llevan
por un camino de desventuras con el riesgo de volver a su punto de partida,
pero dañado por su travesía.
La Ley de
Cuidados Inversos: El exceso de medicina en algunos sectores de la sociedad
(los de mayores recursos) genera un taponamiento del sistema que impide que los
sectores más desfavorecidos accedan a una atención médica básica. Es una
paradoja cruel: damos cuidados innecesarios que pueden dañar a los sanos,
mientras que los que están enfermos de verdad no reciben los cuidados que
necesitan para sobrevivir.
La Prevención
Cuaternaria en Infectología: Un Manual para la Consciencia
En nuestra
especialidad, el problema es aún más agudo, porque el "hacer más" a
menudo significa "prescribir antibióticos". Aquí, la prevención
cuaternaria es un acto de supervivencia para nuestros fármacos más valiosos.
La Fiebre, No el
Antibiótico: La tentación de dar un antibiótico para calmar la
ansiedad de una fiebre sin foco es enorme. Pero, como ya discutimos, la fiebre
no es una indicación para prescribir un antimicrobiano. La profilaxis
cuaternaria nos exige tener la serenidad de decir "veo y espero" en
un paciente con fiebre que podría tener una infección viral.
El uso de los
antibióticos: La prescripción de amoxicilina-clavulánico en lugar de
amoxicilina en una faringitis estreptocócica es un ejemplo de un "uso
lujoso" de un antibiótico más potente del que se necesita. El clavulánico,
en este caso, es un pasajero innecesario que solo genera resistencia y efectos
adversos.
El Falso Positivo
del Laboratorio: La detección de Pseudomona en una úlcera de piel crónica
es un ejemplo de un falso positivo. Un médico joven podría alarmarse y dar un
tratamiento intensivo. La profilaxis cuaternaria en infectología te exige ver
al paciente con un pensamiento crítico, y usar el "olfato" para
distinguir la colonización de la infección real.
Conclusión: La Sabiduría de No Intervenir
La prevención
cuaternaria es un término relativamente nuevo para un principio muy antiguo: el
de la prudencia. En un mundo que nos empuja a "hacer más" y a
"hacerlo ya", la mayor sabiduría de un médico a veces es decir
"no". No hacer un estudio, no prescribir un antibiótico, no
medicalizar un proceso normal de la vida.
Nuestra labor es
ser conscientes de los daños de la prevención y de los cuidados. Las cascadas
diagnósticas son inevitables excepto en su origen, y es allí donde deben
detenerse.
El médico joven
que entienda esta filosofía será el que se atreva a defender a su paciente del
sistema, a desandar el camino del sobrediagnóstico y a reconstruir la medicina
desde el principio de que la salud, en su sentido más profundo, es un estado de
equilibrio que no siempre necesita nuestra intervención.
Comentarios
Publicar un comentario
Haz las preguntas concretas con los temas tratados. Para otras preguntas o dudas usar el correo electrónico gsmilasky@gmail.com