El Albatros al Cuello: Cuando la Cirugía No Cura el Padecimiento
Por Gustavo
Smilasky: quien sabe que la culpa es un peso que se puede
soltar
Introducción: La tragedia del poema y el peso de la culpa
Estimados colegas
jóvenes, guardianes de la salud en un universo de lo predecible y lo
inesperado:
En la guardia, la
palabra "albatros" no es un término médico. Es un susurro, una
metáfora que, como cirujano, aprenderá a escuchar. Se refiere a esos pacientes
operados que, por más que la cirugía haya sido un éxito técnico, no mejoran.
Pacientes que quedan con secuelas, con dolores, con complicaciones crónicas que
los persiguen, y que nos persiguen. Es un eco del famoso poema de Samuel Taylor
Coleridge, Rima del antiguo marinero, donde el marinero, por matar a un
albatros, es condenado a llevarlo colgado al cuello por el resto del viaje,
como una carga de culpa.
En la medicina,
este "albatros al cuello" se manifiesta en un paciente que, a pesar
de que la "operación fue un éxito", no deja de sufrir. Y,
curiosamente, se aferran al médico que los atendió, al que le tuvieron empatía,
al que les dedicó tiempo. Una relación que, en su esencia, no es solo de
paciente a médico, sino de una persona que sufre y un profesional que no sabe
cómo curar ese padecimiento.
Hoy,
desentrañaremos el "síndrome del albatros" . Hablaremos de su origen,
de los pacientes que lo sufren y, sobre todo, de cómo, como médicos, podemos
evitar llevar esa carga al cuello.
El Origen del Síndrome: De la Gastrectomía a la Realidad de la Persona
El término fue
acuñado por Johnstone y sus colaboradores en 1967 para describir un grupo de
pacientes post-gastrectomizados. Personas que, a pesar de que la cirugía había
resuelto la úlcera, quedaban "incapacitadas por sus complicaciones
crónicas", con síntomas como diarrea, distensión abdominal, fatiga y
dolor.
Los pacientes:
Los autores del estudio original describían a estas personas como "mujeres
menores de 40 años, con trastornos de la personalidad y una relación negativa
con su entorno". En esencia, el diagnóstico que ellos veían era que la
cirugía no había curado el problema del paciente, sino que había dado un nuevo
nombre a un padecimiento crónico que el paciente ya tenía.
El dilema del
cirujano: La gran lección del síndrome de los albatros es que la cirugía, por
más perfecta que sea, no es una solución para todos los problemas. La
personalidad del paciente, su historia, sus miedos, sus expectativas... todo
eso entra en el quirófano y, a menudo, no sale en la camilla. Las
reintervenciones no solo no resuelven el problema, sino que lo agravan.
La Carga de la Empatía: Cuando el Médico se Convierte en el "Salvador"
¿Por qué estos
pacientes se aferran tanto a un médico, a un residente, a un cirujano? La
respuesta no está en la enfermedad; Estás en la empatía. En la soledad de su
padecimiento, el paciente encuentra en un médico un espacio seguro. Alguien que
lo escucha, que le dedica tiempo, que le ofrece una palabra de consuelo. Y por
eso, regresarán. Porque lo que buscan no es una solución médica, sino un
refugio humano.
Pero aquí, el
médico joven se enfrenta a una de las mayores tentaciones de la profesión: la
de ser el "salvador". La de tomar la responsabilidad de la curación
de un padecimiento que va más allá de su capacidad. Y cuando la curación no
llega, los albatros del paciente se convierten en los albatros del médico, en
una carga de culpa que te persigue.
Conclusión para el Médico Joven: La Brújula de la Humildad
El "síndrome
del albatros" no es un diagnóstico que verán en un manual de patología,
sino una metáfora de un problema real. La lección que nos deja es la siguiente:
Diagnóstico, no
solo de la enfermedad, sino del padecimiento: Antes de operar, antes de
intervenir, tómate el tiempo para escuchar al paciente. ¿Es un problema que la
cirugía puede resolver, o es un padecimiento que la cirugía solo le dará un
nuevo nombre?
No te conviertas
en el salvador: La empatía es una virtud, pero la humildad es una necesidad.
Acompaña al paciente en su sufrimiento, pero no te hagas responsable de su
curación si la ciencia no puede darte esa seguridad.
Suelta el
albatros: La culpa no es tuya. La culpa es una carga que te paraliza. Si has
hecho todo lo que la ciencia y tu humanidad te permiten, la responsabilidad del
padecimiento del paciente no te pertenece. La única forma de curarte es
soltando el albatros.
El "síndrome
del albatros" es un recordatorio de que la medicina no es solo una
ciencia. Es una historia, un poema, una tragedia y, si tienes la sabiduría de
soltarlo, una lección de humildad.
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